El primer paso fue la compra, en 1934. El resultado fue una obra del más puro estilo racionalista, que buscaba adaptarse a la función para la que fue concebida.
En julio de 1936 la obra ya estaba terminada y se había hecho el traslado, pero debido al estallido de la Guerra Civil, no se llegó a inaugurar. Poco después, las cooperativas de consumo asumieron las funciones de suministro racionado de comestibles.
Con la entrada de las tropas franquistas, el edificio fue incautado por el bando vencedor y la Unió de Cooperadors se disolvió. Muy pronto se destinó como sede de las secciones femenina y juvenil de Falange y a Auxilio Social. Más adelante cobijó, también, la Jefatura de Falange, hasta que al final del franquismo fue destinado a cuartel de la Policía Municipal.
Los antiguos socios no desistieron de recuperar el edificio, pero finalmente en 1954 se vieron obligados a venderlo al Ayuntamiento por unas 247.000 pesetas, que era la deuda total que habían acumulado los cooperadores por conceptos diversos.
Con la llegada de la democracia, los socios supervivientes, encabezados por Josep Soler Vidal, reclamaron la propiedad del edificio, argumentando que la venta no había sido aprobada en asamblea general de socios. La petición no prosperó.
Desde entonces, el edificio siguió siendo la sede de la Policía Municipal de Gavà. Sin embargo, en diciembre de 2016, el Ayuntamiento inició un proceso participativo del que surgió, un año después, el Proyecto de Usos y Modelo de Gestión. Con este proyecto se definieron las futuras funcionalidades del espacio, respetando el alma cooperativa de los inicios de la Unió de Cooperadors. Asimismo, el Proyecto de Usos y Modelo de Gestión inspiró el diseño de la reforma del edificio.
Este sería un carnet.
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